_____Recordé lo que me habían dicho y lo hice. Eran las 3 de la tarde y con paso seguro caminé hasta la boletería nro. 5. Llegó mi turno. Deslicé las monedas, y entre ellas unas pastillas de limón. El cajero me miró. Yo puse mi mejor sonrisa cómplice. Algo en sus ojos me dijo que lo había entendido.
_____Se alejó y unos segundos después me entregó un boleto muy pequeño.
_____Era amarillento, pero creo que por lo antiguo. Impreso en letra gótica decía “Yrigoyen nro. 00012”
_____Lentamente crucé la estación, con el boleto resguardado entre los dedos de mi mano izquierda y la vista clavada en el acceso a los andenes. Extrañamente toda la estación se interpuso frente a mi objetivo. Uno tras otro, vendedores de ballenitas, predicadores paganos, niños malabaristas y madres primerizas me impedían llegar.
_____Uno tras otro se paraban frente a mí, frenando mi andar decidido. Yo los evadía con excusas cada vez más absurdas. Se alejaba uno para que llegara otro, alejándome del andén.
_____No sé bien como, pero repentinamente estaba corriendo, huyendo de ellos, cada vez más cerca de los trenes.
_____Impaciente miré mi reloj, miré la cartelera. Solo me quedaban 4 minutos. Los guardias cortaban los boletos tomándose su tiempo... tiempo que yo no tenía.
_____Alienado en su trabajo, un hombre tomó mi peculiar boleto sin mirarlo, e intentó cortarlo. El papel opuso resistencia. Fue ahí que lo miró.
_____Me miró. Lo miré. Volvió a mirar el boleto y a su compañero.
_____Le murmuró algo al oído y éste me miró. Se acercó y me dijo: “¿Está segura?” La pregunta me desconcertó, pero no podía perder más tiempo. Asentí con la cabeza.
_____Subí al tercer vagón y me senté en la ventana, al lado de la puerta. Frente a mí un muchacho lánguido miraba sus manos. Yo hice lo mismo. El tren arrancó. Hasta salir de los techos de la estación, quedamos en penumbras.
_____Afuera, la luz del sol me cegó. Cerré los ojos. En mi mente permanecía la imagen de sus manos. Abrí los ojos y él seguía con la mirada en sus manos. Tenía un pequeño boleto amarillento. Busqué en mi bolsillo ese pequeño objeto y tímidamente lo expuse en mi mano. El lo vió y me sonrió. Un resplandor iluminó sus ojos.
_____Le devolví la sonrisa.
_____Solo conocía su mirada, pero sabía que nos conocíamos, que éramos parecidos, que pensábamos igual.
_____El tren avanzaba. Un rayo de sol golpeó mi cara y no tuve otra opción que taparme los ojos. Los abrí inmediatamente. Quería hablarle, pero él no estaba ahí... el boleto sí. Las puertas se cerraron.
_____Nunca supe cuando nos detuvimos ni cuando él se bajó.
_____Miré por la ventana y ahí estaba el cartel de “Yrigoyen”. Al lado estaba él, mirándome partir.
_____Siempre sentí que la vida pasaba en un tren y yo me quedaba viéndolo pasar. Ahora sé que me equivoqué.
_____Yo estoy en el tren, pero la vida está en Yrigoyen y yo me olvidé de bajar.
_____
_____Upper Pill
No hay comentarios:
Publicar un comentario