09 - Yrigoyen; un encuentro soñado

_____El 11 de Abril del 2002, me había tocado el turno noche en el trabajo, es un horario bastante complicado, yo salgo a las 22:30 hs desde Av. de Mayo y tengo que llegar 22:45 hs a Constitución sí o sí, porque a esa hora se me va el último tren a Glew.

_____Fue terrible llegar a Constitución esa noche, llovía torrencialmente, y encima, la gente que viene de trabajar está como loca, lo que importa en ese momento es llegar a casa como sea.

_____Me acuerdo que llegué a Constitución y me encontré con un panorama que jamás había observado; no paraba de llover desde hacía horas, hasta había algunos andenes que estaban inundados, parecía que no había techo, de como caía el agua...

_____Mi reloj marcaba las 22:43 hs, el tren estaba a punto de cerrar las puertas, y yo corriendo en medio de las goteras que parecían cataratas!...

_____Apenas subo al vagón, busco el asiento más cercano, digamos que tenía para elegir, porque no había nadie en todo el vagón, así que, mojado como estaba me senté, el tren arrancó y paró de repente, no habrá hecho ni diez metros, por un momento me preocupé, era raro que suceda algo así, pero estaba entretenido tratando de escurrir mi pulóver; unos minutos más tarde el tren arranca, apenas sale de la estación de Constitución, se ven una serie de relámpagos que parecían caer a metros de mi ventanilla, junto con ellos, imaginen los ruidos de esas caídas, parecía una guerra!... De repente el tren comienza a bajar la velocidad de su marcha y unos ruidos metálicos, como de fierros que se rompen se empiezan a escuchar, provenían de abajo del tren, yo los escuchaba como si el piso en donde estaban apoyados mis pies se fuese a quebrar… El tren siguió con esa marcha lenta hasta que llegó a la estación Yrigoyen, me acuerdo que apenas frenó, al abrir las puertas el cielo pareció caerse a pedazos. Cayó un rayo tan grande que jamás podría describirles el temblor que causó, cerré los ojos y cubrí mis oídos con las manos, no recuerdo bien, pero tengo el recuerdo de que cuando abrí los ojos, todavía seguía viendo ese destello blanco grabado en mis pupilas, me sentía como si tuviera los oídos tapados. Pasaron unos segundos y las puertas del tren seguían abiertas, me parecía raro que el tren demore tanto, y más en una estación como Yrigoyen. Los segundos se hicieron minutos, y mi curiosidad aumentaba junto a mi preocupación, junté un poco de valor y me asomé fuera del vagón; ahí me di cuenta que algo raro estaba sucediendo, la verdad que entre la oscuridad de la noche y la lluvia tan fuerte no veía bien si aquello que estaba viendo era alguna especie de ilusión o algo así, pero… todavía tengo grabada en mi mente las imágenes de aquel reloj iluminado por faros de noche, el cartel del nombre de la estación estaba reluciente, estaba nuevo, sus letras blancas sobresalían en la oscuridad de la noche, las columnas, me sorprendieron por su tamaño y decoración, estaban sosteniendo el techo que cubría toda la estación, los bancos de madera, al estilo Rococó, pintados de blanco, con detalles en bronce… esa estación no parecía la Yrigoyen que veía todos los días… sino aquella que fue inaugurada por los años 50. La verdad que no comprendía lo que estaba viendo, en ese momento juro no haber sentido ni la lluvia, ni el frío… era demasiado extraño, observé el tren, y vi que aquel tren eléctrico al que había subido hacía minutos, ahora era de aquellos que funcionaban a vapor, con esas grandes puertas de metal negro parecía fundirse con la oscuridad de la noche… Escuché una voz, era de un hombre, tardé unos segundos en darme cuenta de dónde provenía, hasta que lo pude divisar ya que estaba dos vagones más adelante; era el guarda supongo, era un hombre alto, de gran contextura, estaba con un gran sobretodo negro, y un gorro, en una de sus manos tenía un silbato, por un segundo se vino a mi mente el recuerdo que tengo desde chico, de mi viejo, él era guarda de la formación 3852 en el año 1952, jamás lo pude ver… digamos que ni una palabra pudimos cruzar; el falleció en un accidente cuando una noche la formación descarriló y volcó. Yo cumplía dos años de vida cuando ocurrió el accidente, fue bastante complicado pasar toda la vida con el recuerdo del accidente en cada cumpleaños; y más duro fue vivir sin la figura de un padre... qué lindo sería poder escuchar su voz aunque sea; según mi madre, él me decía “Tanito”, porque decía que tenía la cara igual a la de mi abuelo. Suena el silbato, yo estaba parado bajo la lluvia, casi como inmóvil, en mi cabeza no parecía tener ningún pensamiento, era como que estaba vivo del alma nomás; el guarda vuelve a sonar el silbato.. yo seguía inmóvil, hasta que grita: Vamo nene!! Entrá!.. yo tomo la manija de la puerta y pongo un pié dentro del vagón… el guarda vuelve a gritar: Vamo!! Vamo!! Que tengo el cumpleaño del Tanito, no tengo toda la noche para vos!!... las puertas se cierran, cuando reacciono se escucha un trueno que me ensordece terriblemente. Abro los ojos, estoy tirado en el piso del vagón… el tren arranca, a través de los vidrios de las puertas, miro cómo pasa delante de mí el cartel de Yrigoyen, nada mas que ahora lucía como siempre... abandonado.

_____ No sé que sucedió aquella noche, pura imaginación, habré alucinado, habrá sido el cansancio... cada vez que cuento esta historia prefiero decir que lo que ocurrió esa noche no fue más que un encuentro soñado...

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_____ Milvoces

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